Presento una pintura hecha por Hippolyte Delaroche, 1824, Musée des Beaux-Arts, Rouen, France. En ella, Juana de Arco es interrogada por el Cardenal Winchester en la célula donde ella fue encarcelada.
La vestimenta “escarlata” del Cardenal Winchester lo identifica certeramente como siervo de la “bestia escarlata” y de “la mujer vestida de púrpura y escarlata”, la que viene montada sobre la “bestia escarlata” (Apocalipsis 17). Juana de Arco nació en el este de Francia, en 1412 d. C., siendo sus padres Jacques d’Arc e Isabelle Romée. Obedeciendo a “visiones”, la joven Juana logró introducirse en el ejército Francés, llevándolo al triunfo en varias batallas importantes durante la Guerra de los Cien Años. Juzgada en una corte eclesiástica, fue condenada y quemada en una hoguera. Tenía tan solo diecinueve años de edad. Veinticuatro años más tarde, el Papa Calixto III revisó la decisión de aquella corte eclesiástica, encontrando inocente a la doncella y declarándola mártir.
Y ya que estoy en esto, aporto también un istrumento de tortura... bueno, es mas bien un método.
Suspendido por manos atadas: Las manos de la víctima fueron atadas a espaldas; luego la víctima fue suspendida en el aire por una soga atada a sus muñecas. En esta posición, todo el peso del cuerpo constantemente hacía fuerza en las manos, las muñecas y los hombres de la víctima.
Imagina, un alto poste sin posibilidad de disminuir el peso de tu cuerpo, tus manos atadas por las muñecas en tu espalda, con una soga que cuelga desde la punta del alto poste... una tortura inimaginable...
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