sábado, 20 de febrero de 2010 | By: Syan

Heavy Metal

Bueno, bueno, bueno [¿bueno qué] (ya cállate, no hablo contigo) [no hablas, escribes] (X_x) n_n en esta entrada escribiré [escribiremos, ni que lo hicieras solo tú] sobre el Heavy Metal [creo que eso lo sabe desde que vió el título de la entrada], y es que encontré una revista [sí, "Cítara, especial No.4] (si, esa misma) y he aquí un fragmento de artículo que me pareció interesante para todos lo que como yo, viven el metal.

El mentado contexto

Desde la parte norte de América hasta Australia. Desde el sudeste asiático a las costas de Europa. Desde la norteña Suecia hasta los terrenales de África del Sur e incluso desde Oriente medio hacia Centroamérica y el caribe, la mayoría de las expresiones del metal tienen presencia.

Aún más, pueblos con tradiciones culturales tan diversas como los nativos norteamericanos, los indígenas peruanos, los del sur de México, los de las selvas brasileñas, los tamil en Sri Lanka o los arios noruegos, conocen este género del rock desconocedor de nacionalismos y que deja una enseñanza digna de valorarse: el metal no se ocupa de dónde eres, sino de tu forma de pensar; va más allá de rigorismos puristas, mamones, anacrónicos y dizque intelectuales.

Como otros movimientos artísticos distinguidos por el concepto de la transgresión, el metal se gesta en la cabecita de jóvenes confundidos, hijos del capitalismo arrollador. Su génesis pues, está relacionado con uno de los periodos de mayores cambios en los canales de la humanidad, cuando ésta discute un futuro incierto, quizá tenebroso.

¿Por qué andaba tan pesimista el homo sapiens? Fácil, se aturdió. Al revisar el pasado del occidente, se puede mirar la cara del cristianismo emergente en Europa y con ella la necesidad material de justicia teológica generadora, por otro lado, de polos de desarrollo específicos y que se derivó en la revolución industrial, episodio traumático a más no poder.

Había que aprender a trabajar en colectividad por aquello de las fábricas, replantear los valores acostumbrsdos, perder el sentido de identidad con el advenimiento de los procesos en serie de las tecnocracias; globalizaciones y sociedades mercantiles que arrastran tan mala fama. Sigues sin entender ¿verdad?

Imagina que estás acostumbrado a levantarte a las 9 de la mañana, a desayunar todos los pinches días huevos revueltos con tocino y jugo, a ver por las tardes a tus cuates más queridos, a vestir siempre con las camisetitas de Iron Maiden, Metallica, Kreator o quien gustes; a usar una chaqueta de mezcla que por estricto mandato tuyo no se lava en seis meses y tus Levis clásicos de color negro o azul rasgados hasta la altura de las rodillas para, de repente, tener que levantarte allí de las cinco de la madrugada, desayunar cereal con leche -que además te provoca gases-, a disfrazarte de oficinista con traje, corbatita y cabello engominado, y dejar de ver a tus amigos porque debes trabajar y soplarte a un jefe terrorífico que grita todo el día.

Te sacarías de onda, ¿no? Algo parecido fue lo que les sucedió a los buenos cristianos europeos de la revolución industrial. Desubicados porque su vida se vio forzada a cambiar así no más, sin mayor opción, dejaron como herencia ira en insatisfacción descocadas que propiciaron el desmadre de las Guerras Mundiales prima y segunda. ¿Y eso cómo se relaciona con el heavy metal?

Antes de responder, contesta tú si el metal es música tierna que remite a bellos campos florales, a maripositas graciosas, a bobaliconas hadas de cuentos infantiles. ¡Claro que no! El heavy es fuerte, definitivo a veces, "duro", a la cabeza, macizo, casi nunca cursi, fenómeno de paisajes desolados y desoladores muy parecidos, fíjate, a la imágen siniestra que dejó en todo el orbe una Europa destrozada, bombardeada, asqueada de sí.

El metal es la música más ostentosamente fascinada con la muerte y el sufrimiento, con "el bien y el mal", con los ángeles, con los temas divinos y demoníacos, que coquetea sin pudor con la desesperanza de lograr acomodo en las nubecitas celestiales de la tradición judeocristiana; es decir en ese cielo antagonista de un infierno donde la hipócrita misericordia sacerdotal no tiene cabida.

A todo ello se le llama modernidad, al rompimiento con el pasado, a la pérdida de la ingenuidad, al conocimiento terrible, mediático de los acontecimientos en Vietnam bañado con la sangre de sus habitantes y los invasores gringos. El metal es hijo inequívoco de la era moderna, la era del desgarriate.

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Entonces, por ahora es suficiente, ¿sabes? sintetizar la historia del Heavy Metal es complicado... lo dejaré para entradas posteriores :D

Ah, si, déjame tu comentario n_n [nooo!!! no le dejes nada!! dejame los comentarios a mí, soy la genialidad creativa!] (daaaa...) Esto es en Voces del Tintero.

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